RESEÑA HISTÓRICA
En las páginas del tiempo, se inscribe la trascendental saga del pueblo de Llocllapampa, un relato que abarca épocas inmemoriales y héroes olvidados. Desde los tiempos ancestrales, cuando el antiguo Ayllu de SACRA o SAJLAR reinaba en las alturas de los cerros circundantes, hasta los días tumultuosos de la independencia nacional, esta tierra ha sido testigo de grandes gestas y sacrificios inolvidables.
En los albores de la historia, el noble Ayllu y sus agrupaciones menores, las PACHACAS, danzaban en los picos de los cerros, en un vínculo eterno con la tierra y el cielo. La llegada de los poderosos INCAS marcó un cambio de era, sometiendo al Ayllu de Sajlar y sus seguidores a un nuevo orden. Bajo el dominio incaico, florecieron la agricultura, la ganadería y las artes, tejiendo así una nueva era de esplendor.
El período colonial trajo consigo la sombra de la opresión, obligando al Ayllu de Sajlar y sus seguidores a descender de las alturas a las llanuras de LLOJLLA, donde surgió el pueblo de Llocllapampa. La encomienda y los repartimientos de tierras marcaron esta era oscura, donde los encomenderos extendieron su dominio sobre estas tierras fértiles, explotando sus recursos y su gente.
Pero la llama de la libertad nunca se apagó en los corazones de los valientes. En las luchas por la independencia nacional, Llocllapampa se convirtió en bastión de la resistencia. Bajo el liderazgo del intrépido cura Bruno Terenos Baldeón, los guerrilleros de Llocllapampa y Chacapalpa desafiaron al poderoso ejército realista, en una gesta que resonaría por generaciones. Aunque muchos pagaron con su vida el tributo de la libertad, su sacrificio no fue en vano, y su legado perdura en los fastos de la historia.
En el umbral de la era republicana, el destino de Llocllapampa se entrelaza con los hilos del cambio y la resistencia. Las encomiendas, desarticuladas en el remolino del tiempo, cedieron terreno a las vastas haciendas, mientras los hacendados, respaldados por los gobiernos de turno, usurpaban tierras comunales. Sin embargo, el pueblo de Llocllapampa defendió con celo sus derechos ancestrales, enfrentando con entereza los desafíos de la vida republicana.
En un giro trascendental, el 2 de enero de 1857, la Comunidad de Llocllapampa ascendió a la categoría de Anexo de Huaripampa, bajo el amparo de una ley promulgada el 16 de noviembre de 1864. Con esta distinción, Llocllapampa se integró al vasto territorio de Huaripampa, que abarcaba desde las tierras bajas del valle hasta las altas cumbres de Chacapalca y Huari, en un vasto dominio administrativo. En este nuevo contexto, la comunidad de Llocllapampa se erigió como baluarte de la identidad local, resistiendo los embates del cambio.
La llegada del sabio italiano Antonio Raymondi, apodado justamente el "Nuevo descubridor del Perú", marcó un hito en la historia de Llocllapampa. En dos expediciones, en 1858 y 1866, Raymondi exploró las tierras de Llocllapampa, descubriendo las valiosas fuentes termales y otras riquezas naturales. Su legado perdura en el testimonio escrito en su obra "EL PERU", donde exalta la potencialidad de los recursos de esta tierra.
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Pero la historia de Llocllapampa también está marcada por la tragedia y el sacrificio. En abril de 1879, la noticia de la guerra con Chile sacudió los cimientos del pueblo. Los jóvenes de Llocllapampa, inflamados por un fervor patriótico ardiente, se alistaron para el combate. Muchos de ellos se sacrificaron valientemente en las batallas de San Juan y Miraflores en enero de 1881, mientras otros regresaron al hogar, marcados por la tragedia pero no vencidos en espíritu.
Pero la esperanza nunca se extingue en los corazones valientes. En medio de la desesperación, el coronel Andrés Avelino Cáceres Dorregaray llegó a Jauja en abril de 1881, para organizar un nuevo ejército y formar grupos guerrilleros. Llocllapampa respondió al llamado de la patria, organizando el Escuadrón Flanqueadores de Junín bajo el liderazgo del veterano Hilario Concha Moreno. Uniendo fuerzas con otros pueblos de la región, enfrentaron con coraje y determinación la invasión chilena, defendiendo con honor su tierra y su libertad.
En enero de 1882, el ejército chileno lanzó su segunda incursión en la Región Central del Perú, desplegando una fuerza formidable de 5,000 soldados que ocuparon todo el Valle del Mantaro. En Jauja, una guarnición chilena acampaba en el colegio San José, y al conocer que Llocllapampa era un bastión guerrillero clave en la Quebrada del Mantaro, enviaron un destacamento de caballería desde "LAUTARO", compuesto por 100 jinetes bajo el mando del teniente Manuel Figueroa, con la misión de aniquilar el foco guerrillero, imponer contribuciones de guerra y saquear e incendiar los pueblos a su paso.
Ante la inminente amenaza, el Escuadrón Flanqueadores de Junín, integrado por valientes guerrilleros de Llocllapampa, Matachico, Matagrande y Viscas, se movilizó rápidamente hasta el estrecho de MALPASO, situado a 8 km al este de Llocllapampa. Este estrecho, flanqueado por dos cerros empinados llamados "QUICHCO" y "LIRIOHUAYLAS", constituía el único acceso a Llocllapampa, cruzado por el río Mantaro y un estrecho camino de herradura. Los guerrilleros se apostaron en las alturas, armados hasta los dientes, esperando el embate enemigo.
Al llegar los chilenos, fueron recibidos con una lluvia de balas, dinamita y proyectiles, lanzados desde las alturas por los valientes guerrilleros. La emboscada fue tan devastadora que casi todos los invasores fueron exterminados, y los pocos que lograron huir fueron perseguidos y capturados por otros grupos guerrilleros de la región. Fue una victoria rotunda, un episodio épico que resonaría en los anales de la historia.
Este heroico enfrentamiento durante la Campaña de la Breña inmortalizó al Escuadrón Flanqueadores de Junín, y gracias a sus acciones valerosas, Llocllapampa fue elevado al estatus de Distrito Provisorio el 22 de agosto de 1882, por decreto del general Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, jefe Superior Político Militar del Caas. Posteriormente, el 2 de junio de 1885, bajo la presidencia provisional de Cáceres, se ratificó esta distinción, emancipando a Llocllapampa de su antigua dependencia del distrito de Huaripampa.
Así, Llocllapampa fue reconocido como un pueblo heroico, augurando un futuro prometedor. Después de 14 años de ardua gestión, el 23 de octubre de 1896, se promulgó la ley N° 249 que finalmente creó el distrito de Llocllapampa, por iniciativa del Presidente de la República Nicolás de Piérola, conformado por los mismos pueblos que lo habían constituido como distrito provisorio. Con esto, la historia de Llocllapampa escribía un nuevo capítulo, marcado por la valentía y la determinación de su pueblo.
Con la promulgación de la ley que elevaba a Llocllapampa a la categoría de distrito, el Prefecto del Departamento designó de inmediato un Gobernador, mientras se llevaban a cabo los procedimientos necesarios para establecer una Junta de Notables. Cuatro meses después de la promulgación de la ley, en febrero de 1897, se llevó a cabo la instalación de esta junta, como lo atestigua el siguiente documento:
En el pueblo de Llocllapampa, el vigésimo tercer día del mes de febrero de mil ochocientos noventa y siete, bajo la presidencia del Señor Gobernador del distrito, don José Gabriel Andia Toms, se estableció la Junta de Notables del mismo, compuesta por los señores: Alcalde, don Pablo Porras; Sindico de Rentas, don Manuel J. Castellanos; Regidor, don Cedro Huamán. Tras el juramento prestado por el Alcalde ante el Gobernador y los demás señores ante el Alcalde, la instalación se llevó a cabo con la solemnidad requerida para el caso. A continuación, se procedió a la primera sesión bajo la presidencia del Alcalde, durante la cual se designó a don Carlos Reyes como Secretario de la Corporación. También se acordó enviar una comunicación a los notables ausentes para que se unieran a la Junta y cumplieran con sus deberes respectivos.
Concluido este acto solemne, el Señor Gobernador declaró instalada la Junta de Notables del Distrito de Llocllapampa, de acuerdo con las instrucciones verbales del Honorable Concejo Provincial, cuyos miembros eran:
- Tomás V. Hovispo
- Pablo Porras
- José G. Andia
- Carlos Reyes
- Pedro M. Huamán
- Manuel J. Castellanos
El reconocimiento oficial de la comunidad de Llocllapampa es también parte fundamental de su historia. Sus derechos sobre las tierras y otras riquezas naturales se remontan a la época colonial, con documentos de transacción y compra-venta ratificados por las comunidades de Huaripampa y Muquiyauyo en 1921, que reconocieron los derechos de propiedad y posesión de la comunidad de Llocllapampa. Estos documentos están debidamente inscritos en el Registro Público de Huancayo y delimitados en el plano oficial, estableciendo así su estatus como comunidad jurídica.
El 21 de julio de 1936, el gobierno reconoció oficialmente a Llocllapampa como Comunidad de Indígenas, inscribiéndola en el Registro Oficial de la Sección de Asuntos Indígenas del Ministerio de Salud Pública, bajo la firma del Presidente de la República, Oscar R. Benavides. Este reconocimiento oficial consolidó el estatus y los derechos de la comunidad de Llocllapampa, marcando un hito en su historia y su identidad como pueblo.
Festividades
En las tierras mágicas de Llocllapampa, donde la historia se mezcla con la tradición y la naturaleza susurra antiguos secretos, florece un mundo de festividades que parecen sacadas de un cuento.
Imagina un lugar donde el folklore es más que una pasión, es el latido mismo del pueblo. Aquí, entre las montañas que guardan milenarias historias, y los valles que resuenan con la música de antaño, cada celebración es un capítulo en la epopeya de la vida rural.
En Llocllapampa, el trabajo del hombre se entrelaza con la tierra de manera casi mágica. Lejos de las frías maquinarias, aquí es el esfuerzo manual el que da vida a los campos y alimenta los sueños de generaciones. Es una danza titánica entre el hombre y la naturaleza, donde cada cosecha es una victoria compartida.
Pero la verdadera magia reside en las festividades que marcan el calendario, donde el pueblo se une en una explosión de color y alegría. Desde las procesiones que serpentean por las calles adoquinadas, hasta los bailes que llenan el aire con sus ritmos ancestrales, cada momento es una pincelada en el lienzo de la tradición.
Ven y sumérgete en este cuento viviente, donde las viejas costumbres se entrelazan con la modernidad en un abrazo eterno. En Llocllapampa, cada día es una aventura, y cada fiesta es un capítulo más en la historia que estamos escribiendo juntos. ¡Te esperamos con los brazos abiertos para que seas parte de nuestra historia!.
Corcovado
En las tierras de Llocllapampa, la llegada del Año Nuevo despierta una efervescencia única, marcada por la tradición de despedir al año viejo con la quema de muñecos que representan personajes del pueblo. Pero es al sonar de la primera alborada que comienza el verdadero espectáculo: la fiesta de "Los Corcovados".
Durante tres días, la plaza principal se convierte en un escenario de alegría desbordante, donde una gran banda de músicos hace retumbar el corazón del pueblo. Antiguamente, esta festividad se extendía por cinco días, pero aún en su versión más corta, la energía y el fervor son palpables en cada rincón.
"Los Corcovados" es una de las celebraciones más arraigadas en la identidad de Llocllapampa, con características propias que la distinguen de otras manifestaciones similares en la región. En los últimos años, ha experimentado un resurgimiento notable, atrayendo a un promedio de 50 a 60 bailarines, en su mayoría jóvenes ágiles y llenos de vitalidad.
El baile de "Los Corcovados" es una explosión de movimiento y alegría, donde niños, adultos y ancianos se unen para dar vida a una tradición que se remonta a tiempos inmemoriales. Es un baile que exige el dominio del idioma quechua, y en cada paso se refleja el espíritu indomable de un pueblo que celebra su libertad y resistencia.
Aunque la fecha exacta de su origen se pierde en la bruma del tiempo, se dice que el baile de "Los Corcovados" surgió como una expresión de desahogo tras la liberación española y la abolición de la esclavitud en 1854. Es una parodia irreverente a los antiguos amos españoles, donde se burlan de sus abusos y excesos con humor y picardía.
La celebración comienza temprano, a las 5 de la mañana del primer día del año, cuando las autoridades políticas, judiciales y comunales son sacadas de sus hogares para recibir recomendaciones para el año que comienza. Aquellos que llegan tarde son castigados con "cuatro", un ritual que simboliza la responsabilidad y el compromiso con la comunidad.
En cada casa visitada, se comparte el cariño, ya sea en forma de desayuno, licor u otros manjares. Es un gesto de hospitalidad que refleja la generosidad y la unión que caracterizan a este pueblo extraordinario. En Llocllapampa, la fiesta de "Los Corcovados" es más que una celebración, es una expresión de la identidad y la historia de un pueblo que se niega a olvidar sus raíces.
Carnavales
En los mágicos meses de febrero y marzo, cuando el sol empieza a calentar las tierras de Llocllapampa, el pueblo se prepara para una celebración que parece sacada de un antiguo cuento de hadas: los Carnavales.
Desde tiempos inmemoriales, esta festividad ha sido el reflejo de la tradición más arraigada, donde el pueblo entero se sumerge en una espiral de alegría y camaradería. Es un tiempo de conexión con las raíces, cuando las calles se llenan con el eco de risas y música, y cada esquina se convierte en escenario de una historia que se repite año tras año.
En el corazón de Llocllapampa, los barrios del Centro y Yacupata se preparan para una competencia amistosa pero apasionada. Aunque están separados por solo dos cuadras, la rivalidad entre ellos es palpable, y cada uno despliega sus mejores bandas de músicos para atraer a los bailarines y espectadores.
El protagonista indiscutible de la fiesta es el "Cortamonte", una tradición que se remonta a tiempos antiguos y que simboliza la renovación y el renacimiento. A medida que el sol se pone en el horizonte, los habitantes del pueblo se unen en una gran pandilla, compartiendo risas y vivencias mientras recorren las calles adornadas con guirnaldas y colores vibrantes.
La música fluye como un río de energía, llevando consigo los ecos de generaciones pasadas. Los nombres de los grupos musicales, como Alegría, Enlace, Lagrimas y Atardecer Llocllapampa, son como capítulos de una historia que se escribe con cada acorde y cada paso de baile.
Al caer la noche, cuando las estrellas salen a bailar en el firmamento, la fiesta alcanza su punto álgido. La plaza principal se convierte en un escenario mágico, donde la tradición y la alegría se funden en una danza eterna que parece detener el tiempo.
En los Carnavales de Llocllapampa, la tradición cobra vida como en un cuento de hadas, donde la comunidad se une en un vínculo indisoluble con su historia y su tierra. Es un momento sagrado, donde el pasado y el presente se entrelazan en una danza de celebración y amor por la vida.
FIESTA DE LAS CRUCES
En las colinas de Llocllapampa, donde el aire está impregnado de aroma a tierra húmeda y flores silvestres, la llegada de la primavera marca el inicio de una serie de festividades arraigadas en la tradición y la fe. Entre los meses de marzo o abril, después de la Semana Santa, el barrio de Yacuchimpa - Pampahuali se viste de gala para celebrar la Fiesta de las Cruces, en honor al Señor de Hualy. Es un momento de devoción y regocijo que se extiende a lo largo de tres días, donde la comunidad se reúne para rendir homenaje a la Cruz del barrio con danzas, cantos y la ancestral ceremonia del "Cortamonte".
Pero las celebraciones no terminan ahí. En el mes de mayo, cuando la naturaleza está en pleno esplendor, el barrio de Pitque se prepara para recibir a sus vecinos y visitantes en honor a la Cruz de Mayo. El segundo domingo de mayo, coincidiendo con el Día de la Madre, se da inicio a la Fiesta del "Cortamonte" con una emotiva misa seguida de una gran Pachamanca, donde todos son bienvenidos a compartir este banquete de la tierra. La celebración se extiende a lo largo de tres días, llenando el aire con la alegría y el fervor de una comunidad unida en la fe y la tradición.
Estas fiestas, enraizadas en la historia y el espíritu de Llocllapampa, son mucho más que simples celebraciones. Son un tributo a la tierra que nutre y sostiene a sus habitantes, y un recordatorio de la importancia de mantener vivas las tradiciones ancestrales. En medio de la algarabía y el bullicio de las festividades, late el corazón de un pueblo orgulloso de su identidad y decidido a preservarla para las generaciones venideras.
28 DE JULIO Y LA TUNANTADA
En las entrañas de Llocllapampa, una pequeña comunidad anclada en las montañas de la sierra peruana, el fervor patriótico y la tradición se entrelazan en una danza eterna durante el mes de julio. Es un momento sagrado en el que el pueblo entero se une para celebrar el Aniversario de la Independencia Nacional, un día en que los corazones laten al unísono con el orgullo de ser peruano.
Pero la preparación para esta festividad no comienza en la víspera, sino días antes, cuando cada rincón del pueblo se engalana con los colores de la patria. Las fachadas de las casas son revestidas y pintadas con esmero, y las calles son limpiadas para recibir a los visitantes y a la propia celebración. Desde el mediodía del 27 de julio, la bandera nacional ondea con orgullo en cada hogar, anunciando la llegada inminente de la fiesta más importante del año.
Al despuntar el nuevo amanecer del 28 de julio, el pueblo entero se despierta con el sonido de 21 campanadas, un saludo reverente a la patria por su aniversario. En horas de la mañana, la Plaza Principal se convierte en el epicentro de la conmemoración, adornada con banderas y emblemas patrios. Allí, frente al imponente Palacio Municipal, se congregan todas las autoridades del pueblo para dar paso a una solemne ceremonia cívico-patriótica, donde se entonan himnos y se rinde homenaje a los héroes de la independencia.
Pero la verdadera magia de la celebración se despliega en el desfile que sigue a la ceremonia. Centros educativos, instituciones públicas y privadas, delegaciones de anexos, barrios y comités de hijos residentes en diferentes ciudades del país y del extranjero, todos se unen en una muestra de unidad y patriotismo. Es un desfile lleno de color y emoción, donde las bandas de música y los estandartes danzan al ritmo de los corazones que laten con fuerza en cada pecho.
Y cuando parece que la fiesta ha alcanzado su punto culminante, llega el momento más esperado: la presentación de las cuadrillas de "Tunantes". Provenientes de los barrios de Antachaquin, Centro, Yacupata y Yacuchimpa - Pampahuali, estos bailarines emergen con sus disfraces deslumbrantes, adornados con diseños inspirados en el paisaje serrano y bordados con hilos dorados y plateados. Con gracia y elegancia, danzan al compás de melodías nostálgicas y pasionales, que resuenan en lo más profundo del alma.
Entre los personajes que protagonizan esta estampa folclórica destacan los Chonguinos, chutos, huatrilas, argentinos, bolivianos, y el peculiar zorro, junto con las jaujinas, huanquitas, cusqueñas y la Marla Pichana. Es un espectáculo que refleja la rica historia y tradición de Jauja, una mixtura de vida nativa y colonial que ha dejado una huella imborrable en el corazón del pueblo de Llocllapampa.
FESTIVIDADES PERDIDAS EN EL PASO DEL TIEMPO
LA HUAYLIGIA EN HOMENAJE AL NIÑO JESUS
Entre las festividades navideñas del distrito de Llocllapampa, el 6 de enero, emerge esta ancestral danza. En la provincia de Jauja, la Huayligia se erige como una tradición arraigada, danzada al compás de orquestas típicas y cánticos religiosos entonados por mujeres elegantemente vestidas con centros, blusones, mantas (llicllas), sombreros y sonajas navideñas, las mujeres ejecutan esta danza con gracia y solemnidad.
La Huayligia se despliega en cinco partes distintas: el pasacalle, la pasión, la huachiculpa, el ofrecimiento y la pandillada. Cada segmento está acompañado por melodías únicas, aunque siempre presente, la triste tonada de la quena andina impregna el ambiente. Con un carácter campesino y pastoril, esta danza es un testimonio viviente de la riqueza cultural de nuestra tierra.
Más que una simple danza, la Huayligia es un vínculo con nuestro pasado, una conexión con nuestros antepasados y sus creencias. A través de sus movimientos elegantes y la música que llena el aire, nos transporta a un tiempo en el que las tradiciones eran el centro de la vida comunitaria. En un mundo que avanza vertiginosamente, es crucial recordar de dónde venimos y las raíces que nos sostienen.
Que la Huayligia, con su gracia y solemnidad, siga resonando en nuestros corazones, recordándonos la importancia de honrar nuestra historia y mantener viva nuestra identidad. Que esta danza, con sus pasos ancestrales, inspire a las generaciones futuras a valorar y preservar las tradiciones que nos definen como pueblo.
PACHAHUARA
La Pachahuara, un testimonio vivo de la historia: El 25 de diciembre, en la festividad de Navidad del Niño Jesús de Llocllapampa, se conmemora este evento durante tres días con la danza afro-peruana "La Pachahuara", acompañada de una banda de músicos que interpreta una música triste y ancestral. Esta celebración rememora los días de sumisión y humillación de los siglos coloniales a través de disfraces y bailes.
Según la tradición, durante los oscuros tiempos de esclavitud y explotación, tanto indígenas como negros lograron, después de grandes penurias, obtener un día de descanso al año de sus crueles amos. Este día, el 25 de diciembre, era el único momento en el que estos desafortunados seres podían experimentar una aparente libertad. Lo celebraban con una danza cuya música, melancólica y ancestral, reflejaba los profundos sentimientos de la raza sometida. A pesar del paso de los siglos, esta música aún resuena como un desafío a los opresores del pasado.
La Pachahuara, cuyo origen se remonta a 1533 en la provincia de Jauja, particularmente en los distritos de Llocllapampa y Acolla, es una danza afro-aborigen que surge del contacto directo entre los esclavos negros y la población indígena. Esta danza es el testimonio de un pasado marcado por la explotación y la resistencia.
Durante la Pascua de Navidad, los esclavos negros, una vez al año, tenían derecho a un breve descanso después de un año de servidumbre. Esta liberación temporal se expresaba a través de festividades y bailes colectivos, donde la danza de la Pachahuara representaba la lucha por la libertad y la resistencia ante la opresión.
La vestimenta de los bailarines negros consistía en la fina casaca española bordada en oro y plata, que antes usaban los jefes del Ejército Realista. La creatividad del campesinado dio origen a los vestuarios confeccionados con prendas de los virreyes y los soldados realistas, lo que añade un elemento simbólico al baile.
La coreografía de la Pachahuara, acompañada originalmente por música primitiva de pito, caja y Tamboril, ha evolucionado con el tiempo. Hoy en día, una banda de músicos con instrumentos modernos acompaña esta danza, que continúa siendo un símbolo de resistencia y un recordatorio de un pasado marcado por la injusticia y la lucha por la libertad.
Este baile no solo representa un momento de esparcimiento y celebración para los esclavos negros, sino que también es un medio de expresión de sus sentimientos más profundos y un recordatorio de su condición de seres humanos privados de libertad. La música triste y melancólica, impregnada de siglos de sufrimiento y resistencia, sigue resonando en cada paso y movimiento de la Pachahuara, manteniendo viva la memoria de aquellos que lucharon por la dignidad y la libertad.